No habrá paz para los mercados
Nos las prometíamos muy felices allá por finales de agosto cuando pensábamos que el castigo en los mercados financieros ya había sido suficiente, amplificado incluso por la falta de inversores durante las vacaciones. Craso error.Tras la vuelta de las vacaciones, los mercados, lejos de tranquilizarse, volvieron a sufrir importantes descensos, con retrocesos de doble dígito en la renta variable y las materias primas, y caídas de consideración en otro tipo de activos.
El detonante del último episodio bajista ha sido la creencia en un colapso de la economía china, que afecte a la demanda mundial y por ende al resto de economías. La decisión de la Reserva Federal de posponer la prevista subida de tipos de interés, lejos de verse como un gesto de prudencia, se ha interpretado como la constatación de los peores augurios en cuanto a perspectivas económicas se refiere.
Ni siquiera los precios alcanzados, mínimos históricos en algunos casos, han provocado una consistente reacción alcista, algo a lo que evidentemente tampoco ha contribuido el escándalo destapado alrededor de la alemana Volkswagen.
Divisas emergentes, materias primas, y bolsas se han llevado la peor parte, si bien los retrocesos se han extendido a todo tipo de activos, incluyendo el dólar.
Precisamente la falta de colchones de seguridad aportados por la diversificación, ha provocado que prácticamente todos los activos se hayan correlacionado positivamente, aumentado las pérdidas de los inversores.
Los sentimientos de extremo pesimismo suelen apoderarse del mercado y de los inversores en estas situaciones, llevando en muchas ocasiones a tomar decisiones drásticas en el peor momento. En muchas ocasiones nos hemos enfrentado a situaciones parecidas, e incluso peores, de las que para sorpresa de los más agoreros se ha salido con mayor rapidez de la que cabía esperar.
Por tanto, mantengamos la calma y ciertas dosis de optimismo, por más que ahora mismo nos tiente la idea de pensar que para los malvados mercados la única paz posible es la de los cementerios, la que proporciona Santos Trinidad, el atribulado protagonista de la película "No habrá paz para los malvados".
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