Cómo ha cambiado el panorama de la deuda pública española en los dos últimos años. Por estas mismas fechas hace un par de veranos se podían comprar letras a tres meses al 5%, si bien es cierto, que con más miedo que vergüenza, dada la crítica situación que atravesábamos.
Ya el año pasado las cosas mejoraron, pero lo que estamos viendo este ejercicio es como de no creer. Hoy mismo el Tesoro español ha subastado letras a seis y doce meses. Casi de puntillas, sin los nervios de antaño, con la seguridad de que no va a haber problemas.
Y la verdad es que problemas los ha habido, pero no para el emisor, sino para los compradores. Con unos ratios de demanda sobre oferta, bid to cover, cercanos a dos veces, o sea con el doble de peticiones que el importe adjudicado, el Tesoro a colocado unos 4.500 millones de euros en rentabilidades cercanas a cero.
Sí. No me he vuelto loco, el tipo marginal a seis meses ha sido el 0,09%, y a doce meses el 0,169%. Naturalmente estamos en mínimos históricos de rentabilidad, y si hablamos en términos netos, es decir neto de coste de transacción, la rentabilidad para un particular que acuda a la subasta es negativa en el 99,999% de los casos. Basta con que haya unos mínimos gastos de compra, custodia, o amortización para que superen a la rentabilidad ofrecida por las letras.
Esto implica que el particular deje de comprar estos productos de manera directa, y sean fondos y demás quienes copen las subastas. Por otro lado, una rentabilidad tan baja, añade presión a una nueva rebaja en la remuneración de los depósitos bancarios, y complica la vida del ahorrador más conservador.
El lado bueno es el impresionante ahorro en intereses que estas rentabilidades suponen para el conjunto de la economía. No hay mejor recorte que éste.
En resumen, muy buenas noticias para la economía, y no tan buenas para los ahorradores, que ven cómo cada vez se hace más complicado obtener una atractiva remuneración para el ahorro sin caer en excesivos riesgos (quizá la clave esté en qué es atractivo en términos reales. Con una inflación cercana a cero o en deflación, el interés real y el nominal se igualan).
Está perdiendo interés para los que anteriormente adquirian las letras
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