jueves, 20 de septiembre de 2012

La imprescindible aportación de la diversificación en una cartera de fondos

Una vez determinado el nivel de riesgo de una cartera de inversión, nos enfrentamos a la construcción de la misma y empezamos a revisar los numerosos activos disponibles para ser incluidos en ella. Uno de los aspectos que debemos tener en cuenta es analizar la correlación existente entre los fondos que vayamos a incorporar.

Muchas veces no nos damos cuenta de la importantes implicaciones que tiene el ser capaces de encontrar activos descorrelacionados o, al menos, con una correlación baja.

Entre la oferta actual, hay productos que son buenos en si mismos pero que si, además, los combinamos con otros, el conjunto resultante se convierte en excelente.

A veces, tras haber determinado el riesgo de una cartera y una vez pensada cual es la distribución de activos más adecuada, cometemos el error de pensar que lo único que nos queda es elegir el mejor fondo de cada categoría e incorporarlo a la cartera en el porcentaje que corresponda. Con eso pensamos que ya está todo hecho. Si tengo los mejores fondos y una correcta distribución, ya puedo quedarme tranquilo y olvidarme.

Pues no, no es así de fácil. Cuando seleccionamos los fondos no podemos fijarnos tan solo en la posición que ocupan en un determinado ranking, es fundamental conocer su estrategia inversora y comprobar, con los datos históricos, cual es la correlación con el resto de fondos en cartera. Podemos encontrarnos con la desagradable sorpresa de que, en los momentos especialmente complicados, todos ellos se comportan igual, con lo cual no me aportan ningún valor añadido.

Hay que realizar una labor, muchas veces ingrata y poco agradecida, que es buscar, entre los diferentes fondos, aquellos que no se comportan siempre a la par, aquellos que en momentos de crisis y debido a sus diferentes planteamientos, evolucionen de manera distinta.

Con ello no nos garantizamos obtener el rendimiento más alto por nuestra cartera, pero si que apreciaremos una importante disminución del riesgo de la misma y, como consecuencia, una sensible mejora del binomio rentabilidad-riesgo.

Por lo tanto, como en cualquier equipo, no necesitamos tener un montón de estrellas sino buenos jugadores que se comporten como un equipo y trabajen juntos.

Con las herramientas actuales y con trabajo, se puede conseguir este objetivo.

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