En muchas ocasiones nos sorprende la reacción de las Bolsas u otros mercados financieros ante la publicación de determinados datos económicos.
Vemos con perplejidad que alzas en los beneficios de determinada empresa se traducen en abultadas caídas, o que pérdidas cuantiosas dan paso a subidas verticales.
La razón de estos comportamientos es que el mercado siempre descuenta o anticipa un determinado dato, sea beneficio o pérdida, y en la medida en que la realidad sea mejor ( mayor beneficio o menor pérdida) el mercado reaccionará positivamente, mientras que si el dato conocido es peor de lo esperado la reacción será negativa. Esta relación es válida tanto para datos de índole empresarial como para indicadores económicos de un país o conjunto de países.
Más complejo resulta en ocasiones establecer la lógica de ciertas reacciones positivas ante datos muy malos, incluso peor de lo esperado, como podría ser un fuerte aumento del paro en un determinado país.
En estos casos subyace un argumento bastante retorcido que se basa en creer que si la situación es tan mala, las autoridades monetarias actuarán con firmeza, y eso ayudará a los mercados.
Evidentemente esto no deja de ser un engaño, ya que si la situación es recesiva, las medidas pueden ayudar, pero en ningún caso tenemos certeza de su éxito, por lo que se trata de una reacción de corto plazo, al final es la evolución de la economía la que marcará el devenir de los mercados, si bien a corto plazo este tipo de hechos puede provocar importantes movimientos.
Un claro ejemplo de este último caso lo tenemos en los datos de empleo USA, cuanto más negativos salían más subía el mercado ante la seguridad de que la FED activaría un nuevo QE, lo que beneficiaría claramente a las Bolsas.
En el caso español, una buena subasta de deuda pública puede ser mal recibida ya que se alejan las posibilidades de que España pida el rescate, algo que los mercados valoran positivamente.
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