Los mercados financieros cambian a velocidad de vértigo, nuevos productos aparecen cada año y continuamente nos vemos obligados a introducir nuevos términos en nuestro vocabulario.
Algunos como la tristemente famosa "prima de riesgo" se convierten en titular habitual en los medios de comunicación y forman parte de todo tipo de tertulias y conversaciones.
Pero los cambios no sólo afectan a los productos financieros, sino también a la forma de operar en los mercados. Y uno de los que más comentarios suscitan últimamente es la aparición de potentes programas informáticos que envían miles de órdenes de compra y venta de forma automática.
Las máquinas están alterando profundamente el funcionamiento de los mercados, ya que sus algoritmos marcan cuándo comprar o vender, sin atender a ningún otro tipo de consideraciones o emociones.
Precisamente esa ausencia de comportamientos humanos como el pánico o la euforia se convertían en la mejor baza de sus defensores. Sin embargo, su crecimiento ha sido tal que buena parte del volúmen de negociación actual proviene de los programas de alta frecuencia y sistemas automáticos de negociación, y esto trae nuevos problemas como el famoso "flash crash" de hace unos meses.
En este caso, la activación al unísono de órdenes de venta por parte de estos programas provocó un enorme desplome del mercado norteamericano, con acciones de primeras compañías intercambiándose a 1 centavo cuando cinco minutos antes lo hacían a más de 50 dólares.
Este hecho puso en alerta a los reguladores, pero hasta ahora poco se ha hecho al respecto, pesan más las jugosas comisiones que generan.
Y para los que piensen que son infalibles, en el siguiente artículo pueden ver los que le sucedió hace unos días a una importante firma norteamericana propietaria de unos de estos programas.
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