Estos días hemos estado centrados en lo que pasaba en las Bolsas tras los acontecimientos de Ucrania, y nos hemos olvidado de los mercados de renta fija. A pesar de las fuertes oscilaciones que ha sufrido la renta variable, los mercados de deuda han proseguido sin pausa el camino de normalización comenzado hace ya meses.
El apetito por los bonos soberanos de la periferia europea parece no tener límites, lo que se traduce en nuevas entradas de dinero y consiguientemente en bajadas de rentabilidad de las emisiones.
Conviene pararse un momento, olvidarse de la prima de riesgo, y ver los valores en términos absolutos. Esto nos va a dar una idea del entorno tan complicado que se presenta para los ahorradores con gran aversión al riesgo.
Así, en la última subasta del Tesoro, el bono a 3 años se situó en el 1,309%, el cinco años en el 2,097%, y el 10 años en el 3,344%. En los dos primeros casos hablamos de mínimos históricos, mientras que para el plazo más largo tenemos que remontarnos a 2006 para encontrar algo semejante. Y siempre son rentabilidades brutas, tanto sin tener en cuenta la retención como los gastos asociados a dicha inversión ( compra, depósito, amortización...), por lo que la rentabilidad neta para el inversor minorista puede ser casi cercana a cero en plazos inferiores a 3 años.
Y eso que ayer Draghi no bajó los tipos a corto plazo y los mantuvo en el 0,25%.
Como veis este entorno de tipos tan bajos nos empuja a asumir más riesgos en busca de mayor rentabilidad. Quizá esto explique en buena medida la marcha de las Bolsas. Lo que sí hay que andar es con mucho cuidado, ya que mientras todo va bien, todos contentos, pero como vengan curvas y hayamos asumido un riesgo excesivo lo vamos a pasar mal, Es en buena parte responsabilidad de nuestro asesor estar informados de los riesgos de cada producto y de la volatilidad de los mismos.
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