Hace ya algún tiempo un libro de Nassim Nicholas Taleb popularizó entre los inversores la figura del "Cisne Negro", ese acontecimiento catastrófico pero improbable, que contra todo pronóstico se hace realidad.
Desde entonces, los presuntos cisnes negros cruzan los cielos en mayor número que las bandadas de estorninos causando la inquietud, cuando no el pánico, entre los sufridos inversores. A ello contribuyen los también omnipresentes agoreros, que a la mínima oportunidad nos advierten de que lo peor siempre está por venir en los mercados.De ahí que cuando se produjo el inesperado resultado del referéndum en Reino Unido, las alusiones al libro de Taleb fueran constantes, más aún a la vista de la furibunda reacción de los mercados financieros aquel histórico viernes de finales de junio.
Pues bien, pasados ya dos meses de aquello, y contra todo pronóstico, el presunto cisne negro se ha quedado en un inofensivo patito feo, así que hemos vivido el agosto más apacible que recuerdo. No ha habido efectos de segunda ola del Brexit (incluso el primer envite ha quedado ya olvidado por los principales índices bursátiles), los datos macroeconómicos en EEUU siguen sólidos, la subida de tipos en ese país se percibe como algo positivo, los resultados empresariales en Europa han mejorado algo, y en España la vida (y el PIB) sigue, aunque no haya gobierno ni se le espere.
No obstante, tampoco hay que pecar de complacencia, porque todo sigue pendiente de las medidas adoptadas por los diversos Bancos Centrales, con el consiguiente impacto en los tipos de interés, y el peligro de generar burbujas en el precio de los activos de renta fija.
Por eso, seguimos aconsejando vigilar el riesgo duración y la exposición a bonos high-yield, a la vez que mantenemos nuestra visión positiva sobre la renta variable y la gestión alternativa, por mucho que las estrategias de retorno absoluto estén atravesando unos de los perores ejercicios que se recuerdan al menos en términos de rentabilidad. Su capacidad de diversificar las carteras, la descorrelación que aportan, y su buen desempeño en series históricas largas, compensan el hecho de que en determinados periodos su rentabilidad haga dudar a quienes están invertidos en estos productos.
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