martes, 2 de febrero de 2016

Los mercados por el retrovisor: enero 2016

tablero electrónico de la Bolsa de Tokio visto por un retrovisor

No cabe duda de que vivimos de sobresalto en sobresalto y de decepción en decepción. El pasado mes de diciembre Olentzero, bonachón carbonero que en Navidad reparte regalos por estos lares, no se portó especialmente bien con los inversores, apesadumbrado por el desplome del precio de las materias primas. Su relevo venido de Oriente no ha hecho más que empeorar las cosas. Seguramente, como venganza al lío montado con sus tradicionales cabalgatas, y a las intenciones de algunos de dejarles en el paro, los Magos de Oriente cumplieron con los más pequeños, pero, eso sí, trajeron en sus cofres una colección de datos macroeconómicos que han devuelto al primer plano de los mercados financieros temores casi olvidados: recesión, deflación…

La influencia de China

Todo ello basado en el impacto que puede tener en la economía global el cambio de modelo de la economía china, en donde el sector servicios quiere ganar peso, al igual que el consumo interno, que pretende sustituir a las exportaciones como motor de crecimiento del PIB.

Por ahora,  el exceso de capacidad productiva está tumbando el precio de las materias primas o los productos siderúrgicos, algo similar a los acontecido con el petróleo, donde el exceso de oferta, más que la caída de la demanda, han provocado importantes caídas en los precios. Lejos de ver el efecto positivo en los costes de producción, estos datos se están tomando como indicadores adelantados de crecimiento, lo que lleva a muchos a predecir un nuevo proceso recesionista, agudizado por las presiones deflacionistas. Otras voces no menos autorizadas descartan este escenario, considerando que China no devaluará agresivamente el Yuan y que las turbulencias de la Bolsa en ese país son consecuencia de su carácter especulativo y no reflejan fielmente la realidad económica.

Tormenta en los mercados financieros

Sea como fuere, el temor a una revisión a la baja de los beneficios empresariales, auténtico motor de los mercados, junto con el ensanchamiento de los diferenciales de crédito en muchos sectores, han provocado una auténtica tormenta en los mercados financieros.

Los bonos soberanos han repuntado con fuerza, ante la posibilidad de un entorno deflacionista, su consideración de activos refugio, y la creencia en que la FED ralentizará las subidas de tipos previstas para este año. Por el contrario, el creciente número de impagos en el ámbito del High Yield, sobre todo en empresas ligadas al fracking, ha colocado en máximos  el diferencial entre estos bonos y aquellos con buena calificación crediticia.

Como todos sabemos, las Bolsas han vivido el peor arranque de su historia, descendiendo más de un 10% en pocas sesiones, caída que se ha extendido por todas las plazas mundiales. 

A nivel doméstico, la imposibilidad de formar gobierno todavía no se ha considerado como un factor negativo adicional. Tanto la deuda pública como el Ibex se han movido de forma similar a sus homólogos europeos, pero no podemos descartar que en cualquier momento este factor salte a la palestra, con el componente negativo que puede suponer para todos los activos nacionales.

Lo mejor, diversificar

Es por ello que en igualdad de condiciones, optemos por diversificar la inversión en activos de otros países europeos. En este entorno tan volátil, seguimos considerando a los fondos mixtos flexibles y los de retorno absoluto,  adecuadamente combinados atendiendo al perfil de riesgo de cada inversor, como los pilares de las carteras en este inicio de año.

Es cierto que hemos comenzado el año teñidos de rojo, pero, si de colores se trata, mejor si nos dejamos de tonos trágicos,  y en lo referente a los mercados financieros, optamos por los famosos versos de García Lorca: Verde, que te quiero verde.

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