A finales de la semana pasada, los mercados de renta variable a nivel mundial cayeron bruscamente y los mercados de deuda emergente registraron unos niveles de volatilidad que no veíamos desde mayo de 2013. Algunas informaciones señalan como culpable al último dato del PMI del sector manufacturero chino, que ha sido más débil de lo esperado, mientras que otras fuentes apuntan hacia la incertidumbre que rodea la próxima reunión de la Reserva Federal estadounidense (Fed). Sin embargo, no parece que estos factores sean la causa de la volatilidad:
- No es China. El débil PMI de la semana pasada no fue bien recibido por los inversores pero, si fuese el culpable de las fuertes salidas registradas en los mercados de renta variable global, lo lógico sería que los valores chinos hubiesen caído también con fuerza.Sin embargo, las bolsas chinas avanzaron el viernes pasado.
- Tampoco es la Fed. Si los mercados globales de renta variable temieran que la Fed fuese a acelerar el ritmo de la retirada de estímulos monetarios en su próxima reunión, lo lógico sería que los tipos de interés de los bonos del Tesoro estadounidense hubiesen aumentado. Sin embargo, han caído.
Más que China o la Fed, el catalizador de las fuertes salidas parece haber sido el temor sobre la inflación y los déficits por cuenta corriente de los mercados emergentes, sobre todo teniendo en cuenta lo sucedido la semana pasada en Argentina, Venezuela y Turquía. Analicemos los problemas de cada uno de estos países por separado.
- Argentina: La semana pasada, el peso argentino sufrió su mayor caída intradía en más de una década (-13%) después de que el banco central del país decidiese dejar de respaldar la moneda en un intento por preservar sus reservas, que se han reducido casi un tercio en el último año. Aunque el hecho de que el país se centre en preservar sus reservas de divisas es positivo, sigue existiendo un alto grado de incertidumbre sobre qué pretenden hacer las autoridades argentinas con el peso mientras la inflación continúa su ascenso desenfrenado (según las estimaciones no oficiales, la inflación se sitúa en el 30% interanual). Una brusca devaluación de la moneda que no venga respaldada por un plan monetario y presupuestario para controlar la inflación implica más volatilidad para Argentina.
- Turquía: Después de que la lira turca se haya dejado un 6% frente al dólar estadounidense en las últimas semanas (tras caer un 20% el año pasado), el banco central turco intervino directamente en los mercados de divisas a finales de la semana pasada y vendió 3.000 millones de dólares para intentar respaldar la lira, aunque el intento fracasó y la divisa continuó depreciándose. Lo cierto es que el banco central turco solo cuenta con reservas suficientes para defender la lira de forma creíble y sostenida durante unos meses y el drama político que vive el país ha impedido cualquier acción por parte del gobierno.
Fuentes: Thompson Reuters, FactSet, J.P. Morgan Asset Management. Datos a 27 de enero de 2014.
- Venezuela: En Venezuela, el gobierno devaluó implícitamente el peso venezolano la semana pasada al anunciar que una serie de sectores pasarían a estar sujetos a un sistema de tipo de cambio diferente en el que se aplica un tipo de cambio muy superior al oficial. En una versión extrema de Argentina, Venezuela está dilapidando sus reservas de dólares estadounidenses mientras la inflación, que marcó un 56% interanual al cierre de 2013, continúa descontrolada, y las últimas medidas adoptadas no han ido encaminadas a resolver estos dos importantes problemas.
¿Qué podemos esperar a partir de ahora?
A los países con desequilibrios de la balanza de pagos, como Argentina, Turquía o Venezuela, no les viene nada bien que se genere temor sobre el posible agotamiento de sus reservas en divisas. Pero esos temores son particularmente dañinos ahora, cuando el mundo emergente se enfrenta a las restricciones de liquidez provocadas, al menos en parte, por la decisión de la Fed de reducir gradualmente el volumen de sus compras mensuales de activos.
Aunque no todos los mercados emergentes están en la misma situación —de hecho, muchos mantienen la inflación a raya y no tienen problemas con la balanza de pagos— el peligro de que los países más débiles acaben «contagiando» a los más fuertes ha aumentado claramente, lo que podría afectar de forma temporal a los mercados de todo el mundo y a la confianza de los inversores. No obstante, teniendo en cuenta que existen sólidas razones fundamentales para pensar que el crecimiento de la economía estadounidense se acelerará en el próximo año, no creemos que los problemas de los mercados emergentes supongan un riesgo sistémico para la economía mundial.
En un momento como el actual resulta crucial que los inversores discriminen entre los diferentes mercados emergentes y que sopesen los riesgos y las oportunidades. Saludos, Market Insights EMEA
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