Image: Solvency Ii Wire |
Me refiero, cómo no, a la estupenda noticia de que la agencia de calificación crediticia Fitch nos haya cambiado la perspectiva de nuestra deuda de negativa a estable. Y digo estupenda porque de verdad lo es, y eso que esta agencia nos califica un escalón por encima de Moodys o Standard&Poor's. Es decir, eran menos pesimistas y ahora dan un paso más en ese sentido.
Sin embargo, el hecho de hacerlo en viernes a las seis de la tarde contrasta con aquellas rebajas alevosas con que nos desayunábamos cualquier día entre semana cuando no a media sesión, con el daño que esto suponía.
Pero bueno, nos quedamos con lo positivo que es que desaparece la amenaza de nuevas rebajas en el corto plazo y mete cierta presión al resto de agencias para que hagan lo mismo.
La repercusión en la deuda y en la prima de riesgo ha sido inmediata, cotizando el bono a 10 años por debajo del 4%, y la prima de riesgo a menos de 230 puntos básicos. Buenas noticias para nuestra economía, y mayor facilidad de financiación para el Tesoro y para las grandes empresas.
¿Y qué pasa con las pymes? Pues que no se benefician de esto porque no pueden emitir deuda en los mercados de capitales y dependen exclusivamente del crédito bancario. Y esta es la asignatura pendiente.
Aunque como todo, no es tan fácil de solucionar. El problema está en que los bancos son mucho más exigentes a la hora de conceder crédito a estas compañías, cuando no lo niegan directamente. Esto genera unos graves efectos en las empresas, que incluso de ven abocadas al cierre.
Sin embargo la solución no pasa por dar crédito a todo el que lo pide. Sería una irresponsabilidad y volver a los vicios que nos han llevado a esta situación. Hay que dar crédito a la demanda que sea razonable y capaz de devolverlo.
En este sentido hoy he leído en el diario El Economista, que de los 500 millones de euros que el ICO prestó directamente a pymes entre 2010 y 2012, el 40% ya es crédito morosos. Esto es una barbaridad, 200 millones o más de dinero público que se han perdido, seguramente relajar tanto las condiciones de concesión de los préstamos, que al final ha sido un auténtico coladero.
Me recuerda al plan E, no sólo por tener el mismo autor intelectual, sino por ser soluciones simplistas, casi infantiles, a problemas realmente mucho más complejos. Eso sí, como al final lo pagamos entre todos no pasa nada.
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