miércoles, 13 de marzo de 2013

Nouriel Roubini o el duro, pero rentable, oficio de profeta del Apocalipsis

El estado de ánimo también es importante para afrontar la crisis, y tan malo es vivir en los mundos de yupi como bombardear al personal con predicciones apocalípticas sin aportar solución alguna.

Toda burbuja trae consigo vendedores de humo y optimistas patológicos, y toda crisis fomenta la aparición de maestros del terror económico que vaticinan que siempre lo peor está por llegar. Ahora no es una excepción, y todos tenemos en la cabeza los nombres de unos cuantos expertos económicos cuyos artículos ponen los pelos de punta al más aguerrido de los inversores. Razón no les falta en muchos casos, pero a veces tengo la sensación de que no pueden escapar a su rentable papel de agoreros sin piedad.

Precisamente leyendo una crónica del afamado Nouriel Roubini me ha venido la idea para hacer esta entrada. Por si alguien no lo sabe, Roubini es profesor de economía de la Universidad de Nueva York,  fundador de una consultoría que lleva su nombre, vaticinó la crisis subprime y desde entonces las palabras crack, crash o hecatombe forman parte de su discurso diario.

En la semana en que el Dow rompe máximos históricos, él vaticina un crash a final de año, cuando las primas de riesgo en Europa descienden ,él apuesta por una nueva crisis del euro, y así en un rosario de desgracias sin fin. No me cabe duda de que es un hombre sabio, y que dice lo que cree para intentar que los políticos le hagan caso, y no creo que suelte esas barbaridades para subir su caché como conferenciante, pero la verdad es que como compañero de tertulia no tiene que tener precio, ¡qué pesimismo más recalcitrante!.

Ya me gustaría saber en qué invierte Nouriel Roubini  los buenos dineros que gana con sus charlas, porque con una visión tan negativa de las cosas no se me ocurre destino alguno: ¿oro físico?,  ¿un buen refugio anti-atómico?, ¿vivir al día porque nos queda un telediario? Creo que hasta le está cambiando el semblante, cada día le veo más triste y ojeroso, y no es para menos, ser portavoz de los cuatro jinetes no debe ser plato de buen gusto, ni que te llamen Dr. Doom (Doctor Catástrofe)  debe ser especialmente gratificante, pero la verdad es que no hace nada para remediarlo.

Quizá era un tipo optimista y alegre, y paradojicamente una acertada predicción le ha llevado a desempeñar un papel que nunca quiso, no lo sé, pero está claro que ya no puede cambiar, cuando diga algo positivo no le vamos a hacer ni caso. Menos mal que por lo menos gana mucho más que antes de ser tan "popular", va a ser su único consuelo, porque nuevos amigos no creo que gane, como mucho imitadores.

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