El pasado viernes os hacía referencia a un artículo aparecido en la edición digital del diario El Mundo en que se describía la difícil realidad que viven muchos empleados de Bankia. Antes de leerlo ya andaba dándole vueltas a este asunto, y no por un falso corporativismo, sino porque las noticias de agresiones aparecidas la semana pasada habían colocado a este colectivo en el ojo del huracán.
Hasta ahora toda la atención se había centrado en los preferentistas y en los dramas que han supuesto las cuantiosas pérdidas que han sufrido tras las quitas impuestas y su posterior conversión en acciones. En un segundo plano han quedado los accionistas que acudieron a la OPV, sin duda los más afectados por las pérdidas, que podemos considerar del 100% del patrimonio invertido. Y por último, casi jugando exclusivamente el papel de malos de la película, los empleados de Bankia.
Sin embargo este último grupo aúna en muchos casos la triple condición de accionista, preferentista y empleado. Su situación es realmente muy complicada, por no decir insostenible. Ya sé que lo que nos pide el cuerpo es cargar todas las culpas sobre ellos, pero la verdad es que no me parece justo.
Podemos preguntarnos qué hubiese pasado de encontrarnos en su situación, posiblemente con una clara falta de formación financiera (aquí el empleador tiene mucho que decir), presionados por unos jefes que pedían cumplir objetivos a cualquier precio, y creo que incapaces ni tan siquiera de contemplar la posibilidad de que su entidad quebrara.
Cierto es que si en el caso de los preferentistas no hay que generalizar, en el caso de los empleados tampoco. No todos serán unos "inocentes" que han acabado pagando los platos rotos, pero es de suponer que tiene que haber auténticos dramas familiares. ¿Con qué cara te presentas ante la familia después de haberles vendido con buena intención supongo, unos productos que les han llevado a perder casi todo lo invertido?
Quien no haya gestionado nunca dinero ajeno no puede suponer siquiera lo que es algo así. Los que tenemos experiencia en estos temas sabemos cuánto duelen las pérdidas de los demás, mucho más que las propias, os lo aseguro. Así que me pongo en la piel de estas personas y no quiero ni imaginarme su día a día.
Como decía antes, habrá de todo, y en algunos casos la nefasta política de bonus e incentivos por venta habrá hecho estragos, forzando la compra de productos claramente no aptos para determinados inversores. Pero recordad que todo esto pasó ya con la crisis de los bancos en pleno apogeo, Lehman quebrado y demás, y ni el Banco de España ni la CNMV dijeron nada malo sobre las preferentes, las aprobaron sin ningún problema. Para muchos, esto y una mal entendida fe en Bankia, les sirvió para contrarrestar las dudas que pudieran tener.
No quiero descargarles totalmente de culpa, ni mucho menos, como en la ley el desconocimiento no exime de culpa, pero sí hay que valorar que en algunos casos ellos mismos han sido engañados. Culpables sí, pero en muchos casos víctimas también, tengámoslo en cuenta.
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