No voy a analizar en este artículo el porqué se ha permitido, ni si todos las situaciones son iguales. Ya lo he dicho antes, en mi opinión ha habido colocación indebida en algunas casos pero, tal y como sucedió en el caso de Afinsa y Forum Filatélico, son muchos los que ahora alegan desconocimiento o engaño para encubrir lo que sido una operación financiera fallida.
En lo que me gustaría incidir ahora es en por qué ha sucedido, en las causas que han llevado a miles de ahorradores a perder dinero y salud por invertir en productos claramente contrarios a su perfil de riesgo.
1. La falta de formación financiera
Una primera razón hace referencia a la formación, tanto de inversores como de personal encargado de distribuir los productos. Es notorio que en España adolecemos de una falta de formación financiera evidente a nivel general, pero no es menos cierto que históricamente la capacitación de las redes comerciales de muchas entidades financieras no ha estado acorde a las necesidades de sus clientes. De ahí que no me sorprenda ver cómo empleados de banca se sientan a su vez engañados al comprobar en sus propias carnes y la de sus familiares o amigos, que esos productos tan "maravillosos" que tenían que ofrecer no lo eran tanto. En este sentido es necesario que cualquier inversor exija que quien le atienda tenga la adecuada capacitación profesional.2.Prácticas abusivas en la colocación de los productos
En segundo lugar, he usado en el párrafo anterior la expresión " tenía que ofrecer" cuando en puridad debería haber dicho "estaba obligado a colocar como sea". Puede sonar un poco fuerte, pero es la realidad de muchas entidades financieras que fuerzan a colocar entre sus clientes un determinado volumen de productos, tal y como sucedió con las preferentes, sin pararse a pensar si son buenos productos o el riesgo que tienen, únicamente importan los ratios de la entidad y las comisiones que generan.
Evidentemente esta práctica, incluso desde el punto de vista de la entidad en absolutamente dañina a medio plazo, ya que la relación con el cliente se resentirá por este tipo de actuaciones, y tarde o temprano el cliente se marchará a otra entidad.
La responsabilidad de muchos dirigentes de entidades financieras en lo que está pasando es algo que no se puede obviar, ni por justicia social puede resultar impune. No es precisamente el empleado de la sucursal de nuestro barrio el que fija los productos a distribuir.
3. El bonus o retribución variable
Por último, si ya en el punto anterior la ética, tanto de directivos como de empleados, debería haber impedido buena parte de las abusivas prácticas que hemos conocido, ahora nos encontramos con otra variable que a buen seguro ha puesto a prueba, y vencido en numerosas ocasiones, las reticencias morales del más firme de los comerciales bancarios, el bonus o retribución variable.
No digo que sea en sí negativo, pero está claro que las comparativamente enormes comisiones que a nivel particular debía generar la colocación de determinados productos favorecía su venta de manera indiscriminada. Lo mismo podríamos decir de la concesión con dudosos criterios de todo tipo de préstamos que, a poco que la crisis apretara, devendrían inexorablemente en mora, tal y como lamentablemente ha sucedido.
Las consecuencias perversas que ha traído consigo el sistema de bonus en el ámbito financiero es algo que incluso el regulador debería considerar. No me cabe duda de que tanto la avaricia de inversores como la de los comercializadores ha originado este enorme desaguisado, y lo que es peor, las tremendas repercusiones sociales que ha tenido y sigue teniendo.
Si hace poco hablábamos de crisis de valores (ver la entrada Un poco de autocrítica sobre el origen de la crisis) en lo relativo a la ética profesional en el mundo financiero, se deberían reconsiderar íntegramente las prácticas comerciales del sistema financiero, y por supuesto, depurar las responsabilidades de quienes las diseñaron, implementaron y exigieron
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