martes, 22 de enero de 2013

El oro, una fascinación que permanece en el tiempo: la inversión (y III)

Desde siempre el oro ha sido uno de los principales destinos de inversión tanto de los propios estados como de ciudadanos particulares. Aunque lejos quedan ya los tiempos del Patrón Oro, cuando toda emisión de moneda de un país tenía que estar refrendada por su correspondiente valor en oro físico, las reservas de oro físico en poder de los Bancos Centrales siguen siendo uno de los mejores indicadores de la fortaleza de un país.

En este sentido, estos días hemos conocido que el Bundesbank alemán se dispone a trasladar a Alemania alrededor de 700 toneladas de oro depositadas en otros países, incluido Estados Unidos. No sé si estará haciendo inventario y pretende comprobar la existencia cierta de los lingotes, o si los gastos de custodia de Fort Knox habían subido, pero no deja de ser un movimiento que alienta toda clase de especulaciones y teorías.

Bien saben los alemanes que una de las claves del oro como inversión es que protege contra procesos hiperinflacionarios, y habida cuenta de sus históricos miedos a este tipo de situaciones, no es de extrañar que prioricen sus reservas físicas de oro. Siempre han dejado claro que no les gusta la política económica de la Fed o que tiemblan cuando el BCE amaga con incrementar la masa monetaria imprimiendo euros para comprar bonos de los países periféricos.

Es precisamente en tiempos de crisis económica y miedo cuando la inversión en bienes físicos, fundamentalmente metales preciosos, vive sus mejores momentos. De ahí que en los últimos años el precio del metal dorado haya subido notablemente, impulsando por un lado proyectos mineros antaño inviables, como el de Salave en Asturias, o tal y como comenté en una pasada entrada, propiciando el florecimiento de un pujante negocio de compra-venta.

Por otra parte la irrupción en el mercado financiero de productos sencillos de contratar como los fondos de inversión, han acercado y facilitado que muchos particulares inviertan indirectamente sus ahorros en oro, sin tener los inconvenientes de la inversión física en el mismo.

Incluso afamadas gestoras de inversión como Carmignac hace tiempo que apuestan por una clara revalorización tanto del precio del oro como de empresas mineras relacionadas con su extracción, incluyendo este tipo de compañías en las carteras de muchos de sus fondos.

La elección del oro como inversión final es una buena alternativa dentro de una cartera convenientemente diversificada, pero no debemos pensar que es un activo que siempre sube o que protege totalmente contra la inflación, de hecho tal y como se puede ver en el gráfico de la izquierda se encuentra lejos de los máximos ajustados a la inflación. Y por otra parte, cuando los nervios se calman, tal y como ha sucedido desde el pasado verano, la cotización del oro deja de subir, como queda reflejado en el gráfico situado a la derecha.


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