En alguna ocasión he mencionado en este Blog la necesidad de exigir responsabilidades a los gestores de determinadas empresas, no sólo bancos, por las decisiones tomadas al calor de la burbuja de crédito que vivió España desde el 2003 hasta el año 2007.
Eran tiempos en los que el apalancamiento y el crecimiento a cualquier precio parecían ser más un fin en sí mismos que una estrategia convenientemente analizada. Es cierto que nadie podía prever la magnitud o el devenir de la crisis, pero podemos encontrar decisiones que, incluso en el mismo momento en que se tomaron, parecían ajenas a cualquier lógica empresarial. En mi opinión, una de las más claras es la OPA lanzada por Prisa para hacerse con la totalidad del capital de su entonces participada Sogecable.
Incluso en aquél eufórico 2007 la situación y el futuro de la televisión de pago parecía cuanto menos preocupante, ante el auge de Internet y, por qué no decirlo, de la piratería de contenidos audiovisuales.
Sin embargo, el 20 de diciembre de ese año, Prisa lanzaba una OPA por el 50% que no controlaba de Sogecable, valorandola en 3.861 millones de euros.
Meses después Telefónica soltaba lastre y anunciaba que acudía a la oferta con su 16%, encareciendo inesperadamente la operación, ya que Prisa presupuso que la teleco permanecería como accionista y se evitaría pagar los 650 millones en que se valoraba dicha participación. Naturalmente todo se financiaba con un enorme crédito concedido por un sindicato de bancos.
Luego vino lo que todos sabemos, Internet y la piratería siguieron creciendo, los cinturones se fueron apretando, la tele de pago continuó perdiendo suscriptores y, poco a poco, la soga del crédito ahogaba más y más a Prisa. No tardaron en venir las ventas de activos, participaciones accionariales e incluso la inesperada llegada del "amigo americano", que personificado en los fondos de Liberty Acquisitions Holding Corp, suscribieron en 2010 un acuerdo para entrar en Prisa mediante warrants call con precio de ejercicio 2 euros.
En aquel momento Prisa cotizaba a menos de un euro, por lo que si los fondos y los Polanco, familia fundadora, entraban pagando más del doble parecía que el futuro sería mejor. Este acuerdo y el desembolso de 150 millones en 2011 de nuevo a 2 euros son misterios que ni los de Cuarto Milenio.
Claro que para entonces Cuatro ya había sido vendido, lo mismo que partes de Sogecable, curiosamente a la propia Telefónica entre otros. Pero lo peor estaba por llegar, ya que la crisis ha golpeado los medios de comunicación con tal fuerza que la compañía se enfrenta a una situación financiera límite, con despidos y eres en sus cabeceras y la acción a 0.24 euros, con una capitalización de 130 millones de euros, 30 veces menos de lo que se valoraba Sogecable hace 5 años. Una auténtica ruina para todos.
Pero, oh!, sorpresa!, para todos no, entre toda esta ruina alguien sigue llevándose su tajada. El consejero delegado de Prisa, Juan Luis Cebrián, impulsor de todo este desaguisado cobra al año un sueldo superior a los 10 millones de euros, casi un 10% de la capitalización del grupo. Asombroso y bochornoso y, a todo esto, los accionistas ni pío, americanos incluidos, lo que es más sospechoso ya que pierden el 90% de su inversión.
Parafraseando el famoso bolero, iba a empezar esta entrada con aquello de "esta es la historia de un error como nunca hubo otro igual..." pero, visto lo visto, parece que la jugada ha sido perfecta, claro que sólo para uno, el resto arruinados. Será que nuestro protagonista, siempre tan progresista él, prefiere la movida madrileña y se apunta a eso de "¿A quién le importa lo que yo haga...?"
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