El año del miedo, así podríamos definir lo que ha sido el ejercicio 2012. Tras un comienzo esperanzador, los bruscos movimientos de primavera y, sobre todo, el pánico desatado en el mes de julio marcaron un antes y un después en lo que se refiere a la percepción del riesgo.
La tradicional teoría de la deuda pública como refugio dejó de tener sentido, al menos respecto a las emisiones de la periferia europea. Mientras los bonos de los países del núcleo de la UE, los denominados bonos core (Alemania, Francia, Finlandia), cotizaban en máximos históricos de precio, ofreciendo en algunos casos incluso rentabilidades negativas, otras economías como la italiana o la española veían amenazado su grado de inversión y se enfrentaban a una situación realmente dramática.
Por primera vez se hablaba de posibilidad de impagos o quitas, siguiendo el ejemplo griego, y con los tipos a 10 años por encima de un insostenible 7%, el pánico se adueñó de los inversores. La bolsa retrocedió más de un 30%, perdiendo los 6.000 puntos en el caso del Ibex 35, y el mercado de bonos no ofrecía posiciones de dinero ni siquiera a precios irrisorios. Únicamente la intervención del máximo responsable del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, pudo detener lo que parecía inevitable, ofreciéndose a comprar deuda de manera ilimitada en caso de solicitar el rescate europeo. Esta mera declaración de intenciones ha bastado para descartar una ruptura desordenada de la zona euro y por consiguiente, reducir las primas de riesgo.
Poco a poco los inversores internacionales han vuelto a comprar deuda española e italiana, esquivando así el rescate y favoreciendo una vuelta hacia los mercados financieros de los países más afectados por la crisis. Al final, las Bolsas han recuperado con fuerza, minimizando las pérdidas hasta llegar a un más que razonable -5% en el caso del Ibex 35, con los bonos subiendo fuertemente y acortando el diferencial que les separaba de sus homónimos europeos.
En lo que se refiere a la evolución de la renta variable española, la disparidad ha sido la nota predominante en cuanto a la evolución individual de los componentes del Ibex 35. Incluso dentro del un mismo sector, como el bancario, encontramos revalorizaciones modestas para valores como BBVA o Santander, mientras que el conjunto de la banca mediana ha sufrido pérdidas muy importantes. Por otra parte, por diferentes motivos, algunos de los principales blue-chips de nuestro mercado (Telefónica, Iberdrola o Repsol) han sufrido pérdidas importantes durante el pasado ejercicio, destacando la caída superior al 20% de Telefónica.
A pesar de este contexto tan incierto, Crédit Agricole Mercapensión ha conseguido una nada despreciable rentabilidad del 3,93% en el año 2012, gracias a una gestión prudente basada en la diversificación geográfica de su cartera, a través de fondos de inversión y que le ha aportado, además, una gran estabilidad a su valor.
Es muy destacable la consistencia de sus resultados a lo largo de los años de la crisis. Como ejemplo, una inversión realizada el 1 de enero de 2008 ha obtenido una rentabilidad acumulada positiva del 10,40%.
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